lunes, 16 de diciembre de 2013

Atardeceres en tus ojos

Como se ha vuelto una costumbre, emerges de todos lados, te he visto en pinturas, te he respirado en las flores, has resurgido con la primavera y te has adormecido con el invierno, has madrugado al otoño porque te encanta y has lanzado tus rayos durante todo el verano. Estamos ya en un punto en el cual nos hablamos a través de canciones, y la gente dice que el amor no existe y lo tachan a uno de loco cuando asegura que somos llaves de cuartos que existen debajo del pecho, en el núcleo del alma.

Haz llegado a mi vida como el mar, o al menos eso pensé, eres distinta, las olas del mar, vienen y van, tú te quedas, siempre, incluso en espíritu, cuando nuestros cuerpos se ven separados por las intermitencias extrañas de la vida. O que sin ser extrañas, para nosotros lo son, pues nos resulta extraño estar separados. Lo cual… ¿Nos hace extraños? La gente se puede quedar con su parranda, con su alcohol y sus fiestas promiscuas, el mundo puede cambiar y evolucionar de manera cotidiana, nosotros permanecemos igual, al menos, esa es nuestra estrategia, asimilar monotonía a los ojos huecos y superfluos, nuestros cambios y evoluciones son distintas, nacen de una emoción, es decir, de los destellos del nuestros respectivos cuartos.

Gente con ojos superfluos, en un principio, creí que lo único que te distinguía del resto del mundo, a parte de tu ternura, tu amor  tus afectos, era que eres y has sido una mujer etérea, pero me equivoqué, además, tienes atardeceres en tus ojos, y ¡son verdes!, a veces claros, a veces obscuros, mucho tiene que ver tu humor y la intensidad del sol, por ello digo, tu humor.

Tienes amaneceres en tus ojos, y es la única explicación para el hipnotismo que me causan, una alienación pasional y significativamente profunda, es decir, son como una pincelada de color, de vida, de amor, de pasión, son una infinidad de posibilidades y mejor aún, son ambivalentes, así como dicen una cosa, significan el infinito, el infinito está en tus ojos.

La aspiración más mediocre es nadar o habitar ojos ajenos, nosotros tenemos un mundo dentro y fuera de nosotros mismos, entonces, podemos ver desde el núcleo, es decir, tu cuarto, o desde el mío, como al atardecer, te posas de diversas formas con diversas intensidades, regalando el hermoso atardecer de tus ojos, regalando una expectativa más al anochecer, prometiendo un sueño más al amanecer.

Al final, todo tomó perfecto sentido, la mujer etérea, obviamente amaría y anhelaría el atardecer, sería la guardiana del mismo, le recuerda a algo, no sabe a qué, pero la conforta, la hace feliz y lo quiere compartir con quien ama, olvida que ya lo hace, porque el atardecer, solo es una proyección de sus ojos, porque el atardecer, está en sus ojos, vive condenada a adorar el atardecer, olvidando que con cada pestañear, lo invoca.


Azuré.

domingo, 20 de octubre de 2013

Tu Sonrisa

¡Los poetas son unos descarados!, abren portales alrededor del mundo con las palabras y con los afectos que manifiestan, plasman el amor que sienten por la vida o por las personas o mejor aún, por la persona, y con ello regalan un mundo entero, un mundo que crean únicamente para la otra persona, pero como son sirvientes del amor, no les queda más remedio que someterlo y hacerlo subordinado a cualquier amante que necesite un refugio o que quiera llevar a su pareja a habitarlo por unos días, unas semanas, meses, años, o quizá, solamente un mísero minuto lleno de felicidad.

Como si el amor fuera una locomotora que necesita de caricias, besos o palabras para seguir avanzando, una maquinaria que a su paso permite escapar,  aunque solo sea momentáneo, lamentablemente las realidades paralelas se extinguen, porque no basta un te quiero o un beso, caeríamos en el egoísmo, hay que hacer de los afectos periódicos, si no es para prolongar la vida del lugar de escape, del lugar poco convencional, al menos que sea para crear nuevos, que los escapes y las huidas no terminen nunca, como cuando me das tu mano y con una caricia satisfaces las clemencias de mi alma.

O regresando a los egoísmos, cuando me convierto en el mayor de todos, provocando tu sonrisa, en realidad, te hago sonreír porque encuentro placer en tu sonrisa, ya sabes, es como una luz, o simplemente es el vuelo de saberte feliz, de saberte sonriendo, eso que hace que mis pies no se arrastren por el suelo, es decir, si sonríes, yo vuelo, y cuando vuelo, volamos, quizá al final terminamos nadando en una taza de té y alguien nos bebe, e incluso dentro del cuerpo de quien nos bebió, hacemos otro espacio poco convencional, porque no se puede hablar de cotidianidades a tu lado, sino de rarezas, revestidas de emociones que provocan el cambio de turno entre el sol y la luna.

Y ves ahora lo que haces, te das cuenta de la gran responsabilidad que recae en tus hombros, que cada vez que sonríes, desatas en mi una gran necesidad de escribirte, escrituras que se hacen públicas, pues abarcan universalidades, cualquiera puede encontrar placer en las palabras, a sabiendas que eres dueña de las palabras que aquí se plasman, espero sepas que las tendrás que compartir, ostentándote claro como dueña, y es normal, si sabes que soy yesca, y haces la fricción necesaria para tirar una chispa en mi, y sabes que con tu chispa me hago fuego.

Claro que también está la noche, la noche llena de duermevelas cuando no sueño contigo, mi cuerpo lo rechaza rotundamente y me despierto, y son las 2 y las 3, las 4 y las 5 y no te dignas a visitarme y mi cerebro me mantiene en duermevelas interminables porque no estás conmigo, quizá es porque aún no lo entiendo, es algo difícil de asimilar, que ahora los sueños, quedan cortos alado de la realidad.



Azuré 

sábado, 12 de octubre de 2013

Tu vida como poema

Tu voz como eco incesante en mi cabeza
El cielo que toma la forma infinita de tus ojos
Mis sueños que te proyectan pieza por pieza
La vida que no se detiene para hablarte de nosotros

¿Cuáles son los secretos del mar?
Ya no son tan misteriosos como solían ser
Me intriga más por ejemplo tu caminar
Que le dicen tus pies al suelo, quiero saber

¿Por qué las mariposas vuelan alrededor tuyo?
Es como si llevaras la primavera en tus hombros
Pero clamas por una pasión que solo da el otoño
Como el sonido de la lluvia cuando cae en unos labios

Aunque poco andes por la tierra
Tomando vuelo constante
Conversando con las aves
Viviendo a tu manera

No habría otra forma de vivir que te saciara
Tu vida es como un poema, elegante y graciosa
Cada día tuyo es un verso y cada respirar una estrofa
Tu vida es como un poema, impredecible y cambiante

En tu omnipresencia también, vives donde quieres
Pero vives mejor donde te quiero y en todos lados
Te quiero, vives en la tierra, en el viento y en el mar
En las ramas de los árboles y en los rayos del sol.

Vives en mi mente, como los recuerdos a pesar
De que esto es reciente te pienso todo el tiempo
Y tu belleza encanta el panorama por el que andas
Tu paso reverdece los campos caídos y tu tacto alegra
Los corazones partidos.

Eres más apasionante y más inspiradora que
Mis más grandes sueños, además al despertar
Siempre tengo la certeza de que te puedo encontrar
Sonriendo, bailando, o simplemente cuestionando al cielo.

Vives en mi pecho como los deseos, la pasión
Y los anhelos, comenzaste en el último rincón 
Te adueñaste de todo.  Vives en mis ojos porque
Sin importar donde pose mi mirada, ahí estás tú,
Aunque sea solo el deseo de encontrarte en cualquier
dirección que mis ojos señalen.

Eres como un poema, ambivalente, sin embargo
Mi sentir, solo se puede interpretar de una manera
Te siento en el sol de mediodía o en la canción de la alegría
Y es evidente, al mirar, como me he olvidado de caminar.



Azuré

domingo, 29 de septiembre de 2013

La parte alta de mi cama

Tomamos la decisión, te mudaste a vivir conmigo, era grandioso toparte en el pasillo por las mañanas cuando salías recién levantada del cuarto y ya estaba yo esperándote en la mesa, sin embargo nuestro encuentro era en el camino porque me impacientaba de que aún no te hubieses levantado, así iría yo todos los días al cuarto a provocar un ruido sutil, casi imperceptible, que fuese difícil de creer que yo lo ocasionaba, pero no era necesario, cuando me encaminaba a llevar a cabo mi plan, parecía que sentías mi ausencia o te despertaba tu hambre de mi, te encontraba en el pasillo con tu cabello todo alborotado.

Ver la noche inmensa y estrellada cada viernes, en ocasiones nos quedábamos dormidos allí, algo que lamentábamos rotundamente cuando al día siguiente el sol llevaba dos o tres horas de haberse levantado y nosotros lo tomábamos inconscientemente, la piel seca y quemada que cayó de nuestros cuerpos asoleados, era señal de que éramos unos ridículos, quizá, o abusábamos de cursis, o de flojos, creo que un poco más la segunda y la primera, pero a su vez algo había de la tercera.

Ni que decir de nuestro sistema de limpieza, constaba básicamente en no dejar la suciedad a la vista, lo cual no implicaba necesariamente que las cosas estuviesen en orden, pero qué le vamos a hacer, a ese tapete aún le caben unas cuantas cosas más por debajo, aún se puede ver de un lado a otro por debajo del sillón, hay dos armarios que permanecen desocupados, que más da eventualmente tendremos que averiguar como usar la aspiradora y la secadora, cómo trapear o qué detergente comprar, aunque siempre está la alternativa de contratar a alguien que lo haga por nosotros, pero somos demasiado cliché para caer en esos extremos.

Entre tantas costumbres e innovaciones que has provocado, hay una por encima de todas, y es en la noche y no necesariamente en la intimidad, sino en el after, en lo que le sigue. A ti te gusta dormir con un poco de espacio, con las piernas abiertas y tus brazos extendidos, casi como en forma de estrella y a mi simplemente me gusta sentir tu piel cuando duermo, saberte a mi lado, no tengo una manera en lo particular, pero sentirla, sea tu cabeza en mi pecho, o tu torso por debajo de mi brazo, solo que no sea tu cabello en mi rostro, que luego se cae uno que otro y quitármelo de las pestañas es un conflicto grande.

Entonces para evitar ese distanciamiento que deja un cierto frío en mi colchón, recorté ligeramente las patas de mi lado de la cama, para que tu lado quedara sustancialmente más elevado, así poco a poco mientras estuvieses dormida, rodarías hacía mi, sin darte cuenta. Yo duermo del lado bajo de la cama, naturalmente me puedo adherir muy bien al colchón sin la preocupación de caer, pero tú que de por sí tiendes a moverte mientras duermes, eres materia fácil para que la gravedad te acomode a mi lado.


Ahora tengo que implementar un nuevo sistema para inmovilizar tus brazos, que yo no sé si piensas que boxeas cuando duermes o recuerdas los corajes que te hice pasar en el día y los desquitas simulando dormir, creo que has simulado que duermes, y creo que has rodado a propósito en ocasiones, pues anoche juraría que después de que rodaste a mi lado, giraste para quedar rostro a rostro, me besaste y me dijiste "buenas noches".


Azuré

martes, 24 de septiembre de 2013

Mujer Aérea

Descubrí la insuficiencia de las palabras en tu ser, en una exploración del momento en la cual te vi y te escuché. Quizá el detonante o mejor dicho, lo que me hizo comprender que no encontraría manera verbal de expresarme, fue  el choque de nuestras miradas, tú con tus ojos profundos y fulminantes congelando la escena y todo lo que sucedía a nuestro alrededor, silenciando al mundo para que solo se escuchara tu voz, tu risa y la percusión estruendosa que salía de mi pecho. Yo con mi ingenuidad y escepticismo que fueron anulados, cuando me maravillé al ver cómo levitábamos, nos volvimos ligeros, como un par de plumas balanceándose en el viento, lejos de caer, entorpeciendo el tiempo para que avanzara lenta y detenidamente, riendo en cada brisa, mirándonos, más aún, enamorándome de ti.

Fue como si estuviéramos en una dimensión distinta. Compartíamos un mismo espacio con el resto de la gente, sin embargo estábamos en una cápsula que separaba nuestro tiempo y nuestro espacio, donde tú marcabas las pautas y el ritmo del movimiento, especialmente de mis labios que permanecían entreabiertos del asombro de todo lo que pasaba por mi cabeza en ese momento, y que se abrían un poco más, al ver como cada vez nos alejábamos más y más del suelo, elevándonos ilimitadamente.

Y esa taquicardia, permaneció en mi pecho incluso en la mañana siguiente, cuando desperté, sentía que el corazón se me salía del cuerpo, había escuchado del vuelo, lo había visto en películas o lo había leído en libros, sin embargo no lo creía algo real, estaba convencido de que este poeta estaba destinado a la miseria emocional, condenado a la inestabilidad, incapaz de volar, a pesar de que le daba alas al resto de las personas, regalándoles sonrisas o versos. Pero a mi nadie me las daba y no las necesité, bastó con el misterio de tu alma para que comenzáramos a levitar.

Incluso en los breves instantes en que reinó el silencio, me gritabas con tus ojos, los pude leer a la perfección, solo quería besarte, hacernos inmortales con la intensidad de nuestros labios, saciar la sed de mi alma, no podía pensar en ninguna otra cosa, pero no quería alterar el desorden que habíamos ocasionado en el tiempo, quizá si irrumpía todo hubiese regresado a la normalidad, además, esa risa, tan constante e hipnótica, había que dejarla salir en su totalidad.

Nos separamos, diciéndonos adiós, sin embargo, no he bajado del cielo, cada vez veo más lejano el suelo, pero ya no te veo a ti, te busco entre las nubes y grito tu nombre a las ondas del viento, y no hay respuesta alguna, me mantienes aéreo y la taquicardia que se ha apoderado de mi cuerpo no permite que baje, al contrario, ha despertado un hambre de ti, una necesidad de ti y un anhelo de ti.


No me has visitado en mis sueños, pero te apoderaste de mi mente durante el día, y te pregunto ¿cuándo volverás? Ó al menos, saber si tú comenzaste a levitar por mi, o fue por algún amor ajeno a este que clama por tu amor, te espero en nuestra nube sobre la que vuelo, dama del viento.


Azuré

jueves, 19 de septiembre de 2013

Bella

Era de esas que tienen una sonrisa misteriosa, no dice más de lo que quiere que se sepa, el resto se mantiene como una incógnita, lo cual me gustaba bastante. No sé si era la extraña simetría emocional que manifestaba su rostro cuando curveaba su boca o la manera en la que caía su cabello sobre sus hombros, reposando pero a la vez posicionándose de tal manera que fuera admirado por todos.

Bella, es lo que siempre fue, no se le llamaba de otra manera, ni si quiera por su verdadero nombre, el cual nunca supe y creo que nunca sabre, sin embargo llamándola bella ella sabía que te referías a ella, incluso en muchedumbre podías gritar el adjetivo y nadie voltearía en respuesta, solamente ella y al girar, manifestaría lo que gritaba tu boca. Belleza.

Quizá era tan latente porque ella no sabía lo que era, ni lo que tenía, al contrario conservaba un perfil bajo, le gustaba mantener su andar furtivo y oculto entre las sombras de las personas, es difícil andar por la vida irradiando tanta luz, pero era un crimen que intentara privarnos a todos de verla.

Yo la observaba cuidadosamente, a riesgo de confesar un posible acechamiento, más que eso, era una admiración, no es para menos, siempre fue deleitante verla, cada paso que daba y yo la veía alejarse, su cabello se balanceaba de un lado a otro, como haciendo una seña de “sígueme”, pero mis pies no me respondían, sin importar la fuerza que yo les aplicara, seguían instrucciones directas de mi cerebro quien planteaba la siguiente interrogación “¿la seguimos y después que le dirás?”, así terminaban mis intentos de hablarle, los míos y los de todo hombre o mujer que la viera andar.


A veces ella se sentaba y se colocaba sus gafas de sol para proteger sus ojos, sujetaba algún viejo libro de poesía y esperaba impaciente a que alguien se le acercara a hablarle, que ironía, que ser así de bella mantenía a todo aquel que le quisiera pretender intimidado, ella se creía fea y en las noches lloraba, pero del otro lado de la escena, siempre estaba yo mirándola, susurrándole al viento “bella”, a veces levantaba la mirada, como si el viento le hubiera entregado mi mensaje.

Azuré

Té verde para dos

Acordaron verse en el lugar de siempre, era un día lluvioso, igual que sus ojos desde su separación. Él la estaba esperando, como de costumbre, arribaba 10 minutos antes que ella para elegir la mesa, el lugar más retirado del resto de las personas, ya que era bastante factible que ella comenzara a llorar, no por reproches, no por nostalgias, sino por la emotividad que sentía fácilmente.

Eligió la mesa del rincón, allá en el fondo al lado derecho, donde la luz no funcionaba del todo bien y ante esa disfuncionalidad y los 50 centímetros de separación que brindaba la mesa, sería más fácil que se mantuviera entre tanta tensión una sobriedad que funcionara como catalizador.

Era un misterio para todos el porque decidían seguirse viendo, especialmente para ellos dos, quizá él aún quería verla porque estaba enamorado de sus ojos, verdes y profundos, como explorar un bosque virgen o una laguna llena de secretos y de emociones, su frase recurrente era “déjame vivir en tus ojos, aunque sea un ratito” dicen que cuando alguien quiere vivir en los ojos o en la persona, es para saber cómo te ven o qué piensan al respecto de ti, lo cual es absurdo pues la magia radica en el misterio y en la incógnita, él quería vivir en sus ojos simplemente para reposar, tener un refugio agradable para variar, un escape seguro del mundo, sea nadando en la laguna de sus ojos o retirando la virginidad del bosque que vive en ellos.

Ella lo quería seguir viendo porque en 10 años, era el único hombre que había podido amar, aunque ese amor los hubiera destruido, a ella dejándola en un mar de tristezas, atrapada en un oleaje de nostalgias y desamor, con el eterno miedo de sentir el rastro de sus labios en su piel, el sonido de su voz en el viento o el azote de los recuerdos cuando más se sintiera vulnerable. A él, simplemente resignándolo a una vida solitaria, con una inexplicable adicción al té verde.

Azuré

domingo, 8 de septiembre de 2013

Dientes de Azúcar

Emergiste una mañana, con un silencio sepulcral, te posaste en mis ojos
Con tu tacto me paralizaste y con tu mirada dijiste lo que mis sueños
Jamás supieron interpretar, tienes un lenguaje distinto, hablas con la voz
Del alma, es en canto, pero es dulce y confunde porque se presta a alucinar

Por ello en las noches en vez de viajar hago tiempo y espacio en mi mente
Recuerdo aquella escena que nos separó, mirando de este lado del puente colapsado, tu rostro maltratado. ¿De qué color son tus lágrimas?, ya no puedes regresar, cómo te desgarra el sufrimiento ahora que ves lo que dejaste acá. ¿Qué sientes cuando los árboles te cortan? ¿Cuándo tu sombra resplandece? Y ¿Cuándo tu llanto es mudo?

Siempre te quise enseñar a volar, es sencillo, pero te inventé un potencial del cual careces. No se enseña a volar, se nace volando, somos distintos.
Yo soy poeta y pensé que tú serías poema, pero no pude conjugar los versos de tus labios, ni la prosa de tus ojos, insistí con la rima de tu piel, de consolación me resigné, al descubrir la simetría de tus brazos y a mi me gustabas más en desorden.

Nosotros te vemos desde acá, mis soledades y yo, reímos del pasado cuando no jugamos a las cartas, hemos hecho una amistad inquebrantable, y como una parte distinta de mi sombra, me siguen a todas partes, es lindo. Pero con tu ausencia, la luna ya no se presta a dirigirme la palabra, pero poco tienes que ver en eso, está negada a hablarme… bueno, por ella.

No te lo había comentado, cuando te fuiste y explotaste el puente, llegó ella. Me ofreció repararlo, pero me negué. No podía ni escuchar lo que ella decía, era tanto lo que irradiaba su sonrisa, deslumbrante y tierna, que me perdía en el túnel simétrico pero desordenado, formado por las distintas coordenadas de su cuerpo.

Pero por encima de todo, sus labios, rojos y dulces. Realmente no podría saberlo, aunque su sonrisa cristalina y sus dientes de azúcar presumieran como ciertas mis sospechas. Desde entonces olvidé como hacer gestos distintos a sonreír, no me quedó más remedio, esa mujer me condenó a ser feliz para siempre. Qué ironía.

Ahora ocurro puntual a mi cita con mis ex soledades, a jugar los naipes, mientras reparto las cartas les cuento las nuevas desventuras de mi alma. Con el puente colapsado en el panorama y tus lágrimas, azules de tu ojo izquierdo y rosas de tu ojo derecho, resbalando entre los escombros, intentando cruzar a este lado para compartirme tus tristezas y el olor de tu llanto. El brillo del sol hace que vea el reflejo desde lejos, pero tu cara ahora es amorfa y como un arcoiris, pero no uno lindo, sino un arcoiris de tristezas y fracasos.


Regreso a casa, con la pintora de mis sonrisas, la observo concentrada, mientras con su cuerpo, su ropa y su rostro trabaja en su nueva obra. Aunque con vicisitudes en su teleología en temática felices, eran en contextos variantes. Me acerco a ella y beso los versos de sus labios, rozo las rimas de sus brazos y me pierdo en la prosa de sus ojos, retrocedo y la observo completa, un par de alas salían de su espalda. La inmortalicé, la hice poema.


Azuré.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Me ahogo en mis párpados

No me gusta cerrar los ojos porque te veo
En la obscuridad de mis párpados me ahogo
Nadando en los recuerdos que versan en mis ojos
Por todas las imágenes tuyas que poseo.

Estoy condenado a no dormir
Desde que llegaste me olvidé de descansar
Más que la desgracia de verte pasar
Lo que me atormenta es oír
Tu voz, tus pasos, tu pestañar.

Mis sueños están malditos y proyectan
Todo lo que quiero olvidar de ti y conectan
Nuestro pasado, nuestros momentos, tus labios
Que dejaron todas sus huellas en mi brazos
Y en mi cuello.

Tu silencio tiene tanto poder en mi alma
Que cuando la noche azota no voy a mi cama
Prefiero vagar, bucólico en mis pensamientos
Queriendo olvidar todos nuestros momentos.

Cuando callas, el viento cesa, no hay adversidad
Pero el tormento del misterio ronda en mi almohada
Recordándome en todo momento que este amor
Se fue porque nunca supo cómo llegar.

De pronto apareces, risueña y maltratada
Pero te fuiste e hiciste de tu vida una mal pasada
Ríes por desesperación, angustia miseria y dolor
Así a ratos te olvidas de lo que perdiste
No estés triste, al final del viaje te quedas con ese sabor.

Buscas consuelo y pretendes llevarte un rato más mi aliento
Pero hiciste de este cuerpo una tierra despoblada
Desolada y derrumbada, lo único que queda sigue siendo
La misma mirada, tormentosa con ojos que
Mantienen en cautiverio nuestros momentos, los recuerdos
Y tu maldita mirada, mientras te veo, yo, me ahogo en mis párpados.



Azuré 

domingo, 25 de agosto de 2013

Amarte a ti

Solo sé amar de una manera, sin términos medios, ni tibieza, sin escatimar, sin dudas o alternativas, quedándome con nada para dar todo.
He vivido para mi desgracia pocas vidas donde he amado, las cambiaría todas, las pasadas y las futuras, por una vida en la cual, solo se viviera y se respirara amor.

Veo los minutos pasar y sigues sin estar a mi lado, después pasan las horas y no solo no te veo a mi lado, ahora te alejas, te veo distante, hacerte pequeña a mis ojos, hasta que pasan los días y ya no te veo más. Y lo que es peor, tu pacto con la luna y con el sol, impiden que yo tenga noticia tuya, su silencio es inquebrantable igual que tu orgullo.

La gente de hoy pretende hacer del amor algo efímero, algo sencillo y pragmático, no sé, siempre he odiado los clichés pero, a pesar de que es algo sencillo, quizá porque soy complicado o terco, me gusta verlo como un reto, como un desafío, puede ser porque sé que vale la pena y nunca lo que vale la pena es sencillo, pero a su vez, trae consigo bastante felicidad y la felicidad se encuentra a la vuelta de la esquina, no la he querido visitar, pero sé que está cerca, entonces, quizá sí sea sencillo y lo complico yo.

No tanto con malicia o dolo, es más una mezcla de inexperiencia por no llamarlo torpeza y duda, pero yo no amo con dudas ni con alternativas, entonces la pregunta emerge ¿te amo? Y giro mi cabeza, miro sobre mis hombros, el pasado, los recuerdos, la ambivalencia de tus ojos y el martirio de tus labios y me respondo a mi mismo, que no sé, pero yo creo que sí sé, que me miento y para mi desgracia tengo tendencias mitómanas.

No puedo evitar levantarme cada día y creer que será diferente, quizá la melancolía se decida a abandonarme uno de estos días, quizá mis nostalgias dejen de manifestarse en los espejos cuando los miro, la soledad dejará de buscarme en las noches buscando un rincón en mi cama, entre los sueños brutos y las carencias del cuerpo.

Además de todo, este amor, el cual sé que siento, no sé si por ti, por mi, por ellos o por las máscaras que todos usamos, es un amor violento, es salvaje, no me gusta establecer normas aunque se pierdan las formas, me gusta sujetarte y golpearte con mis labios, pero a su vez me gusta nadar delicadamente debajo de su piel y doblar a la izquierda en la esquina de tu intimidad, me gusta nadar con tu alma, ese juego en el que abandonamos el cuerpo y viajamos, pero eso sí, aunque pareciera que uno se siente lleno en nuestros viajes cotidianos, no siento tan plena y satisfecha mi alma como cuando jugamos con nuestros cuerpos, ya sabes, esas veces que te gusta robarte mi aliento.


Pero no me hagas mucho caso, yo no sabría nada de esto, son puras especulaciones, pues lamentablemente, no he comprometido lo suficiente a la vida conmigo, para que me permita amarte a ti.


Azuré

miércoles, 21 de agosto de 2013

Bipolaridad

Vacío, más que vacío, incompleto, lo cual a pesar de que es ilógico, así me siento. Como si tuviera un agujero negro en el pecho, que succiona todo, la ambición, los sueños y las metas, crea un confort ficticio, quizá por resignación, quizá por mediocre.

Es algo muy difícil de observar, me miro desde un plano irreconocible, el tiempo hizo conmigo lo que quiso, me dio más de lo que yo hubiera deseado, pero con igual entrega, fui deshaciéndome de las cosas por mi inconformidad y mi suficiencia.

Quizá es porque me amo demasiado como para permitir que cualquiera me entregue su amor, no tanto de un modo soberbio o ingrato, sino una resignación al conformismo, por qué habría de permitir que me amasen limitadamente, cuando yo creo nuevas locuras y universos cuando se trata de amar. Es de esas cosas que no hay términos medios, o amas con el último hálito de tu vida envuelto en locura o dejas de robarle el tiempo a la otra persona.

No me quiero ver al espejo, nunca es sutil, no sabe atenuar sus comentarios o sus proyecciones, es directo y horrendo, estoy seguro que si lo veo, voy a ser sumamente infeliz. He arrastrado esta tristeza en todos sus colores y formas, más que arrastrarla, se ha adherido a mi, es una característica básica para describirme ahora.

Incluso me da un poco de personalidad, ¿Por qué no? Que me llamen el triste, que se hable de mi andar melancólico, de mis pensamientos bucólicos o de mi vida taciturna, lo que exponencializa este estado de ánimo, es que no sé cómo ni cuándo llega aquí.

No es un estado permanente, es intermitente, viene cuando quiere, me sujeta, me zarandea y me arrastra por doquier, trapea el piso conmigo, todo lo hace en forma de caricias, me da una paz falsa y una comodidad engañosa, creo que es a lo que llaman inconformidad, siempre quiero cosas nuevas, quiero hacer más, aprender más y me aburro muy fácilmente, es una consecuencia de los golpes constantes de la vida en una persona tan emocional, te hace más adaptable al cambio, quizá como camuflaje o como método de defensa, ya no hay espacio en el mundo para las personas como yo.

Esta tristeza es tan espesa, que siento como si tragara algún brebaje amargo cada vez que respiro, como si la luz del sol ya no cargara mis baterías, al contrario se robara mi vitalidad. Al menos esto será así hoy, quizá todo cambie mañana, el verdadero infierno es la inestabilidad y no sé por qué se genera.

Es tan bizarro, que incluso todo lo que soñé, diseñé y proyecté en los últimos cuatro años, me parece absurdo y busco un nuevo cambio, como una enfermiza tendencia de satisfacer deseos sin fundamentos, olvidándome de lo que alguna vez fui y de lo que siempre soñé con ser.


¿Por qué?


Azuré

domingo, 18 de agosto de 2013

Cuentos de la soledad


Se disfraza como invento, como sueño o deseo del ser humano para justificar la angustia y el miedo. Es una zona destructiva de confort, que te arropa y te envuelve como a un bebé en resguardos con mantas emocionales de susceptibilidad antes de dormir.

Escribo para desahogar la locura que abruma y asfixia mi alma, engañándola y llevándola así, de la mano, por el callejón de la decadencia, esa que está en contra esquina de la avenida de la tristeza en cruce con el paso de la decepción.

Llevo meses jugando este enfermizo juego de naipes con la luna, me promete la compañía de su reflejo en mis noches obscuras, iluminar mi corazón para encontrar el brillo que le caracterizó por años que perdí con el peso de los años, el óxido y el tiempo. Como contra peso en las apuestas que realizamos, ella quiere mi alma, para hacer con ella una nueva estrella o formarse otro cráter. Lo anterior claro, si es que aún la tengo, yo pienso que sí, ya que es el único medio con el que dreno a través del desahogo a mi alma. Quizá la emulo o si la tengo, pronto la perderé, sucumbiendo sin más remedio, rendido y en total entrega al dulce néctar de la locura, aunada a una buena soledad.

El viento se ha vuelto risueño y yo, en este cuarto escuchando su risa, burlona y satírica, si no le conociera bien, diría que lo hace hasta con malicia. ¿Qué me pueden decir de ella? La conozco desde antes de que existiera el sol, su cabello ha cambiado y sus ojos se ven cansados, detrás de su sonrisa se esconden mil tormentos, auto infligidos y el secreto para hacerme soñar en las noche. Antes lo hacía también de día, pero a través de la resistencia he logrado mantenerme despierto... Para verla.

Su piel es ligera y suave, su tacto enseña a volar, como siempre es una invitación a llegar más lejos, por ello siempre la invito a tocarnos más allá. Nadie vuela como ella y mejor aún, nadie con un par de ojos tristes, le había dado tanta felicidad a este poeta. 

Azuré

domingo, 11 de agosto de 2013

Ilusión en el Tranvía

 Miro por la ventana mientras avanzo, pareciera que los pinos a los costados de la ferrovía sonríen al progreso. Enfrente de mi está ella, la mujer con la que he vivido por cuatro largos años y ni se imagina lo que siento por ella.

Compartimos este pequeño compartimiento, como una pequeña habitación, tiene dos sillones pegados a la pared y se puede instalar una mesa plegable entre los dos para tomar el té.

Como no es un espacio tan amplio, de vez en cuando abro un poco la ventanilla, para que refresque y la temperatura en el cuarto disminuya, no sé, soy adicto a que expire vaho cuando habla, la hace ver más linda, me provoca darle calor.

El juego de su aliento es muy particular en el frío, toma formas y habla cosas que ella no dice, hace unas horas cuando recién abrí la ventanilla, me estaba comentando de su recién compromiso con Alfonso, sin embargo todo lo que decía tomó forma de ardilla y mientras ella seguía hablando, la pequeña ardillita se impulsaba más y más, trepó por la pared y se colocó en la red donde colocamos el equipaje, desde allí me miraba.

Se detenía cuando era bastante evidente que estaba distraído o cuando parecía que veía algo real, se detenía, dejaba de hablar y me cuestionaba entre risas, volteando su mirada hacía la dirección que mis ojos apuntaban, riendo un poco más al percatarse que no hay nada.

Hace apenas seis años que la conozco, sin embargo, sé que desde antes de nacer yo estaba loco por ella, seguramente nos hemos encontrado en vidas pasadas, desde que ingresé a la universidad, sin saber cómo, sabía que a ella la buscaba, algo así como una asignatura pendiente.

Éramos vecinos, ella vivía en el cuarto de enfrente el 201, a su izquierda vivía Carlota en el 203, yo era el 202 y Roberto el 204, fueron muchos fines de semana en los que salíamos los cuatro juntos, los días más felices de mi vida, hasta que el idiota de Roberto trajo a su amigo Alfonso, y el bastardo llegó con el ímpetu y el valor que a mi me falta, eso fue hace cuatro años, no sé quedé en verdad desolado.

El casero enloqueció y pidió a muchos que desalojaran sus departamentos, iba a unir los cuartos de los números nones pues de ese lado del edificio rentaría oficinas, algo completamente estúpido e incoherente, pero bueno, el dinero habla, ya lo ven.

Entonces derrumbamos la pared que dividía el cuarto de Roberto y el mío y Carlota y ella se mudaron con nosotros. Nos fue más sencillo así, somos jóvenes, no tenemos muchos ingresos para darnos el lujo de tener cada quien nuestro departamento, además, verla salir en las mañanas recién levantada de su alcoba, es la única prueba fehaciente que tengo de que Dios nos quiere ver felices, fuera de eso, solo puedo pensar que es el maestro de la sátira.

Hace un año le propusieron matrimonio y el próximo mes se casa, de hecho me pidió que la acompañe a ver las cabañas donde será y le ayude con la logística y la organización del evento. Ella ignora que aquí en este mismo compartimiento del tranvía le propondré matrimonio, traigo el anillo de mi madre (que en paz descanse) en el bolsillo de mi abrigo.

Interrumpe bruscamente su habla y mueren todas las figuras y las formas que había tomado su aliento. Se cambia a su lado, pasa  su brazo por detrás de su cuello y se acerca a su oído y le dice “¿te quieres casar conmigo?”, ella sonríe y asiente con la cabeza, lo besa lentamente y disfrutan el resto del viaje.

Abre los ojos y dice “perfecto, eso haré”, toma aliento, inhala  profundamente, infla su pecho, interrumpe bruscamente las emisiones de su boca y en eso, se desliza la puerta del cuarto en el que estaban y entra él, Alfonso, hijo de puta, ¿qué hace aquí?, pero si llevamos horas en este viaje, ¿dónde estaba?

-Perdona la tardanza amor, encontré a unos clientes en el bar al abordar el tren y me vi obligado a acompañarlos unos tragos pero se convirtió en unas horas.
-Bah, descuida, Carlos ha hecho buena compañía, pobre no lo he dejado ni si quiera  hablar, ¿ibas a decir algo?

-No, nada, ja, solo que me alegra mucho que pronto se vayan a casar.


Azuré

jueves, 8 de agosto de 2013

Hecatombes

Por mis tendencias nostalgico-destructivas, evito los recuerdos que se plantan como barrotes con forma de tu cuerpo al rededor de mi piel.

Verte, es lo que principalmente evito, algo que he conservado como un tabú, sería la utopía de las maldades el que la vida te volviera a cruzar en mi camino.

Sé que si eso sucediera, se borraría todo, tomarías un control inmediato e instantáneo, elevarías la confusión a un grado perfecto, donde todo es parecido y emula al amor.

Quizá ya estoy confundido, quizá ya te he visto, no tendría como saberlo, siempre te gustaron los juegos macabros y confusos, te movías indetectable en las sombras que se proyectaban de mi cuerpo.

Mantuviste un rastro secreto, nunca me dejaste solo, ni un solo segundo te has apartado de mi cuerpo, por ello respiro miedo y sueño con imágenes tormentosas.

Lo peor de todo, entre tanta paranoia y confusión, has logrado hacer que crea que lo he inventado todo.


lunes, 5 de agosto de 2013

Besos Violentos

Usualmente lo odiaría, me conozco, con todo el rencor que sé generar y con el dramatismo que corre por mis venas, me sería bastante fácil odiarlo y hacer de todas estas eventualidades una historia trágica, seguramente buscaría la manera de inmiscuirme en sus vidas para recuperarla, pero a mi nadie me robó la felicidad. Yo le di la espalda durante años, cuando mueves el kaleidoscopio de tus ojos, aprendes a observar las cosas que realmente valen la pena, ya no hay tantas divisiones ni colores que distraen de lo que importa.

¿Por qué no lo puedo odiar?, debería, es algo que sé hacer con maestría y con bastante facilidad, se podría decir que odiar es algo que incluso me… ¿llena?, no eso sí que es miserable y yo solo soy un hombre que disfruta de la tristeza, no de la miseria. A decir verdad, creo que nunca he podido odiar, solo levantaba barreras de desprecio y pedantería, pero me estoy desviando del tema, ¿por qué no lo puedo odiar?

Quizá es porque gracias a él puedo ver lo que siempre he querido, lo que siempre he anhelado y lo que procuré desde mi prisión a través de los años… Su sonrisa, Dios mío que deleite, ¿han visto esas curvas? Es un medio círculo perfecto, ¡que dientes! Me invitan, incitan a mantenerlos visibles, que esos labios no se muevan de lugar, bueno al menos que sea para besarme.  Y de repente, los veo moverse y sí, están sobre los suyos, de arriba a abajo, se  concentra unos segundos en el labio inferior, como si lo saboreara o extrajera algún dulce de ellos y después besa el de arriba aunque con menor intensidad, quizá es porque no tiene tan buenos labios como los míos, ella disfrutaría más de los míos.

Le está sacando el alma de su cuerpo a través de su boca y enfrente de mi, carajo, con qué descaro… los veo separarse lentamente el uno del otro y ahora se miran los ojos. Malditos cursis y ridículos, contaminan mi vista, bueno tú no, solo el ladrón de sueños que está fanfarroneando enfrente de ti.

Entre tantos nombres que le puedo dar, “ladrón” no es uno de ellos. Yo solo cometí un fraude, engañé a mi corazón, fui nefasto saben, lo traicioné, teníamos un trato, ella sería nuestra, así fue siempre, lo planeamos lenta y delicadamente, fuimos muy cuidadosos en marcar los pasos.

Comenzamos en mi adolescencia cuando la conocí, fue la experiencia más intensa que he vivido, un golpeteo asfixiante, lo vi. Sé que suena imposible, pero cada latido hacía que se marcara la silueta de mi corazón en mi pecho, dolía, pero era inevitable, ella lo hacía y después la sin vergüenza tuvo el descaro de sonreír ¡hijo de puta! ¡Que sonrisa!

Crecimos con el ideal y la convicción que sería nuestra, había comenzado a planear mi felicidad. La tenía en una caja fuerte, era inquebrantable. Paso por paso seguí las instrucciones que había elaborado y  actuando con mucho cuidado se fueron llevando de manera exitosa todas y cada una de ellas.

Pasaron los primeros años y por circunstancia de la vida nos fuimos alejando poquito a poquito hasta que desapareció de mi vista, no porque la separación hubiera sido muy distante, sino porque apunté mis ojos a otro lugar.
Me empezó a seguir saben, hay alguien que no tolera las traiciones y que cumple las promesas y los juramentos hasta con su último hálito o mejor dicho con su última palpitación, al traicionarlo juró vengarse y cumplió.

Sucedió cuando salí de mi adolescencia, ya un poco mayor, se cegó completamente, me dejó solo, quedé incompleto, desertó de mi cuerpo y me dejó a la deriva. En un arrebato de cólera, comencé mi andanza con la sangre fría, sin algo que la hiciera circular.

Cada persona en la cual buscaba refugio o amor, terminaba siendo una cárcel, y aquél bastardo se llevó el mapa y las instrucciones del plan, me percaté de ello pues en muchas ocasiones decidí regresar a los planos originales que señalaban los pasos para construir mi felicidad, es ridículo, por un ataque de vísceras me aparté de la senda que dibujé por años, la que me llevaría hacía ella, la que haría que escribiera de cosas felices y de sueños cumplidos, aunque eso me haría un mentiroso, sería feliz. Después de cada intento infructífero de sentir algo por alguien más, en esta ocasión con total convicción, me decidí a buscarlo y recuperarlo a él y al mapa.

No tenía la llave de mi prisión, me mantuve ahí cautivo, inerte, melancólico, con ímpetu rebelde y un alma hambrienta. De repente, apareció ella y con sus ojos me mostró la salida de aquella celda.

En su hombro venía él, aquél perro desgraciado no me había abandonado, fue por ella, quien acudió a mi rescate, sin embargo cuando ordené a mis ojos mirar hacía ella, los suyos ya miraba hacía otro lugar.

Me lo restregó por dos años, día tras día, hora, tras hora. Y hubiese sido menos tiempo si no me hubiera regresado arrastrando a mi prisión, donde cerré la celda y sucumbí junto a mi corazón.

Llegué a olvidar a la esperanza, vi la eternidad y era monótona y nefasta, pero solo estaba viendo el panorama a través de los barrotes de su cuerpo. Vaya prisión más desagradable, me pudo haber tocado al menos una resignación más agradable como las que muestran en Suecia o Ámsterdam, pero no fue así, cada vez que era encerrado, era en el mismo lugar.

Un día regresó la luz y mis barrotes había desaparecido, ahora mirábamos al mismo lugar y avanzamos de la mano, al menos las primeras fases del plan dejaron un encausamiento marcado en su pecho que durante las noches le preguntaba por el rastro de mis dedos en su piel, así fue como ella regresó a mi y me liberó una vez más.

Después la vida decidió llevar a cabo una broma, tan macabra que me hizo refundir en mi miseria, soltaron a todos los perros de la cárcel y seguían el rastro de mi aroma, me mantuve sigiloso andando de manera furtiva y mientras merodeaba en la obscuridad, pensé en ella y en la lluvia y en como se ponía su cabello húmedo y el olor de su piel cuando reacciona con el agua.


Así fue, nos alejamos una vez más poquito a poquito y cuando vencí a la cobardía que reinaba en mi cuerpo, dando vida al alma de león que llevo dentro, vine a refugiarme a la banca donde estoy sentado, en el parque en el que alguna vez la conocí, viéndolos, acariciarse sus almas con la lengua, besándose violentamente y apartado en mi sufrimiento, anhelo nuevamente el resguardo cobarde que me daban los barrotes de su prisión.


Azuré

Soledad Consentida

Maldigo una, cien y mil veces al ocio, ese estado inerte que me mantiene tan jodido
No recuerdo tu nombre, el diámetro de tu cadera, ni la excitante sensación de rosar tu rostro.
Ya hasta se me olvidó la manera en la que me hablabas al oído envueltos en la intimidad, creo que estoy un punto en el cual, si te veo pasar frente a mi en la calle, no te reconozco.

Veo objetos irreconocibles en mi armario, quizá recuerdos, quizá obsequios tuyos, no lo sé, ni lo sabre porque no lo recuerdo, así como no te recuerdo a ti. Son muchos, incluso una que otra prenda femenina, que asumiré que es tuya, las personas que entran a mi cuarto y observan mi armario se sorprenden al ver la gran colección de recuerdos abstractos que poseo, sin embargo hay una laguna en mi mente con respecto a esos años.

No sé, hoy tengo 28 y el año pasado tenía 25, no entiendo cómo sucedió ni cuándo, sé que he estado despierto todo este tiempo o quizá estaba dormido y como anestesiado por la miseria, en mi mente hay un rompecabezas que le faltan cuatro piezas pero está completo.

A veces escucho una voz, surge del eco que produce el sonido de las ventilas que conectan a mi cuarto y en él van unos gemidos, en las noches secas y calurosas, el sonido hace a un lado su intangibilidad y se proyecta con la luz de mi lámpara, tomando formas bastante perniciosas, que pretenden tomar la forma de las cuatro piezas que faltan. Por eso me gusta más el frío y la lluvia, con el frío los sonidos de las ventilas no tienen como salir y cuando llueve, se forma una barrera de sonidos inquebrantable y bastante relajante.

En esos intentos maquiavélicos de las piezas de tomar coherencia, siento verdadero miedo, de descubrir el secreto de mi pasado, cómo fue y lo que es pero, cómo llegué aquí, tan solo y con tantos remordimientos.

No es una soledad tortuosa, es agradable, jugamos naipes los miércoles en la noche, los jueves rentamos una película y si elijo una película que no es de su agrado, me permite liberar mis ansias sintiendo su piel (no recuerdo cuando fue la última vez que elegí una buena película) es casi garantía que los jueves duermo más a gusto, los viernes salimos a cenar, mesa para uno cada siete días, ella no necesita sentarse, los sábados visitamos a mi familia, pero no les agrada que los visitemos, ella siempre viene muy desarreglada, los domingos paseamos por el parque y vemos a los niños jugar, ilusionados con algún día poder tener los nuestros, sin embargo los lunes y los martes, ella se va, no la vuelvo a ver hasta el miércoles, al menos así ha sido desde el comienzo de este año, cuando un día se reveló con la luz del sol a mis ojos, caminando detrás o a un lado de mi, brindándome una agradable compañía a donde quiera que vaya, siempre y cuando haya una luz que la proyecte.



Azuré 

martes, 23 de julio de 2013

Saludos, Partidas y Despedidas

Breve y curioso fue el tiempo, la vida es de percepciones y actitudes. A pesar del esfuerzo y del trabajo siempre la he visto como una sátira. Al menos en forma, porque en fondo es un drama, somos seres sumamente emocionales algunos para sobrellevar tanta inestabilidad acudimos al humor. Entonces mi vida tiende a ser una sátira, es intrigante y esa característica hace que varíen los colores de mis días.

Si contara la historia de cómo te conocí dirían todos que fue algo muy efímero e intrascendente, te tardaste en figurar como algo importante en mi vida y no estoy seguro en qué momento te revestiste ante mis ojos con esa importancia, pero lo hiciste, tardé en darme cuenta, pero al menos tan pronto me percaté de ello reaccioné para manifestártelo y con ello te convencí de que te quedaras un rato.

Es una anécdota de atrevimiento y aprendizaje, así lo describiría, pude conocer nuevas facetas de mi  a través de ti, la primera en el sentido de la filosofía que me transmitiste, siempre he cuestionado mucho a la vida y paso las horas tratando de comprenderla y actuar en proporción a mi entendimiento, es algo espantoso; la segunda con respecto a la levedad, la vida no es tan seria, siempre hay tiempo para reír, si en el día no te detuviste a contemplar el cielo, a sentir los rayos del sol acariciar tu piel o dejar que el viento te despeine, no despertaste realmente ese día.

Así fue como comenzaste el encauzamiento en el río de mi cuerpo, haciendo el espacio que necesitaras en mi, en las realidades y en las ilusiones, te fue fácil, resultaste más inteligente de lo que pensé y sabías que yo pensaba así, lo cual te simplificó aún más tu camino. Para mi buena fortuna, tu corazón no te deja actuar con malicia y lo presentaste todo como una lección, no sé si premeditada o sobre la marcha, pero me vi ingenuo y tú lo disfrutaste, debe ser algo similar a la inocencia de los niños, esa que enternece, ese polvo que hace que los ojos les brillen y transmitan la esperanza y den vida a los versos.

De pronto saliste, te fuiste tal como entraste, sin hacer ruido, en silencio, dejándome en la incertidumbre de la espera, con un regreso indefinido en tiempo y fecha, con la única seguridad de que volverías, pero no necesariamente a mi. En el movimiento de las manecillas se posaba mi memoria, recordando, pensando, sintiendo que volvías a estar frente a mi, cada vez que admiraba la realidad comprendía que todo lo que hacía el movimiento hipnótico análogo del tiempo, era un simple hipnotismo de expectativa en la espera.

Tanto me ayudaste a conocerme que me faltó un poco más aprender de ti, me dejaste con lo básico, lo necesario para sobrellevar una relación, pero yo quería lo que resguardabas detrás del muro, nunca me había sido difícil descifrar a alguien, pero el enigma de tus ojos y el silencio de tu alma me llamaban a querer saber más. Quizá fue porque comencé a penetrar la barrera, dejando atrás la zona de confort, o fue el hecho de que comenzaste a sentirte segura después de años de inseguridad e independencia, lo que ocasionó que te marcharas.


Solo sé que en las noches de 26 de marzo, recuerdo el enigma de tus ojos y el silencio de tu alma, lo pienso, lo estudio, lo admiro y finalmente lo comprendo, tú no querías estar aquí.


Azuré