miércoles, 2 de diciembre de 2015

Reencuentros

El camino se desvaneció, mis ojos no vislumbraban luz alguna. La obscuridad acariciaba mis pasos y echaba raíces en mis huellas. Corrí rápido, tan aprisa que no supe a dónde ni cómo llegué, los pasos que me llevaron a ese lugar desaparecieron, me resultó imposible caminar en reversa, estaba rodeado de barrancos, en ocasiones parecía que levitaba inerte.

No sería la primera vez que pasa, muchas veces he perdido el rumbo, pero nunca perdí la brújula. Los caminos cambian y la decisión de cada paso marca la diferencia, no es malo retroceder, es malo mantenerse quieto.

En nuestro andar repartimos luces, lo mejor que tenemos a las personas que entran en nuestras vidas, igualmente avanzamos gracias a los destellos de amor que ellos nos comparten. A veces repartimos tanto de nosotros mismos que olvidamos quiénes somos y de qué somos capaces.


Encontrar a un viejo amigo, una antigua amante una experiencia vivida que regrese los recuerdos, es mirar nuevamente la luz entregada, si la habías perdido, alumbrará tus pasos con mayor intensidad, ya que ahora se sumará a las nuevas colectas que se han sumado gracias al camino recorrido, la brújula es la voluntad del alma, perderla, es lo mismo que morir.