lunes, 27 de mayo de 2013

Te has robado mi sueño

He dejado la cafeína y sin embargo he pasado noches despierto, en vela,  girando en mi cama buscando el ángulo que me permita conciliar el sueño.

Abro y cierro la persiana de mi ventana para ver si la luna se anima a mostrarme tu reflejo o al menos espero a que las estrellas que brillan allá arriba y que todo lo ven y lo escuchan, me digan que piensas o de que les hablas, con la ilusión que me digan que es de mi.

Esto no es un insomnio porque no es enfermedad, es sencillamente que carezco de ganas de dormir porque en pasar la noche despierto queriendo saber más de ti, encuentro más descanso que en las tierras de Morfeo.

Las nubes se cuelan por mi ventana pues siempre dejo un cachito abierto para que el canto de las hadas me ayude a dormir. Que no ves que te has robado mi sueño ! Mi corazón te lo habías llevado ya de manera furtiva, silenciosa sin que me diera cuenta y ahora mi sueño, manteniéndome despierto, extrañándote.

Al final caigo en sueño y para mi fortuna vos estás ahí, ahora entiendo porque lo has querido robar...


Azuré

domingo, 19 de mayo de 2013

Estaciones


Cuatro estaciones tenemos cada año que consigo traen diferentes lecciones de amor, pues si el mundo gira en torno nuestro y nosotros somos el amor, la vida brinda cuatro estaciones con características particulares. Cada año suceden de manera diferente a la anterior, por lo cual inadvertidos, permitimos que brinden calor, frío y soledad a nuestro corazón.

Recuerdo aquella primavera en la que creí que había amado, fue cálida como la sangre que corría por mis venas o como un abrazo materno, despertando en mi toda clase de sensaciones pasionales con respecto al mundo, mi profesión y mi pasión por inventar historias con la expectativa de algún día poder vivir el amor del que hablo y que describo con tanta devoción.

Las flores, florecieron como nunca, era un desfile de colores el que reposaba en mis pupilas, deleitándonos con su aroma y adornado las manos de todas las enamoradas que recibieron un pequeño detalle de su pareja. No creo que haya algo más hermoso que ver a una mujer sonriendo con una flor en la mano, eso es un claro indicio de que alguien que le ama intenta hacerla sonreír, si la sonrisa se logra con una simple flor, cualquier hombre se puede considerar el más afortunado del mundo.

Yo estaba en Paris cuando vi cómo desde la punta de la Torre Eiffel brotaban cadenas de flores, de todos los tipos y fragancias exquisitas. Se hizo una colecta de flores, solo se aceptaban arrancadas ni de tienda ni de plástico, solo arrancadas y con dueña. Las flores tendrían que ser donadas por las enamoradas. Tardaron aproximadamente 36 horas en las cuales mimos de diferentes tamaños y gestos recolectaban las flores y subiéndose uno arriba de otro formando la famosa escalera de hombros las irían colgando desde la punta hasta el suelo. Los franceses regalaron a Estaods Unidos su máxima dama que era la estatua de la libertad, por ello ese día un soleado 25 de marzo del 2010 se reconoció que la Torre Eiffel era una dama y el punto de las flores era hacerle una linda falda de diversos colores.

Sin embargo, la primavera siempre ha sido indiferente para mi, no me causa ninguna alusión ni sensaciones en específico. Siempre me ha gustado dar la contra quizá mientras todos lo ven como un comienzo nuevo o como una nueva oportunidad para amar, para  mi no es más que otra etapa del año que tendrá que llegar y pasar, dejando lo nuevo o llevándose lo viejo.
En el verano del 2008, terminé de condenar las diversiones grupales veraniegas en meses de arduo trabajo bajo el sol, comenzó todo en el 2006, pero mis recuerdos más fuertes de aquella hecatombe de libertad fueron a partir del 2008. Mientras miraba por la ventana de mi cubículo las guerras de globos de agua y niños abriendo hidrantes de agua para tratar de sobrellevar 45 grados Celsius , yo redactaba demandas en la computadora que me fue asignada, imaginando que cada una de ellas era una historia que intentaba contar, en mi constante lucha de convertirme en escritor. Siempre he cuestionado mis tendencias a la vejez y el gran encanto que recae en mis pensamientos cuando recuerdo o pienso algún viejo que pasó por mi vida con su vestimenta siempre formal y anticuada usando pantalones incluso en pleno verano, con moño, reloj de bolsillo, chaleco debajo del saco y una resplandeciente sonrisa que marca sabiduría. Creo que mis tendencias derivan de la manera en la que se me forzó a madurar o crecer, a tratar de ver el mundo con ojos de adulto, algo que les resultó muy difícil de lograr pues Peter aún me visita en las noches acompañado de campanilla. Qué les puedo decir, mi niño interior aún no se quiere ir y aunque proyecte el compartimiento de un hombre en potencia, el 90 % del tiempo solo soy un niño.

Más que por el calor, no me agrada el verano porque fue el comienzo de la perdición de mi esencia y aunque adapté las nuevas modalidades siguiendo el pensamiento darwiniano de adaptación al cambio, aún juegan a las canicas en mi cabeza mi niño y sus colegas.

Al paso de varios meses me percaté de cómo la naturaleza brindaba un desfile más, pero éste era diferente, era un genocidio, algo brutal pero a la vez hermoso y revelador, era un desfile de las hojas de todos los árboles, hacían fila para suicidarse, saltaban de las ramas en las que vivieron toda su vida para abrir paso a las nuevas o quizá, huían como consecuencia del odio que presenciaban todos los días, de infidelidades, de maltratos, de todo lo que fuere ajeno y opuesto al amor, algo que no logro comprender del todo, estoy completamente convencido que somos seres del amor y no creer en él o en sus consecuencias e implicaciones, más que “hacernos más realistas o más fríos” nos hace más imbéciles al querer ir contra nuestra naturaleza que es amar, no odiar y las hojas durante la primavera y verano nos tratan de enseñar eso, ( por eso las vacaciones son en verano para practicar el amor) al ver sus intentos fallidos y algunas veces inútiles, se suicidan, debe ser horrible ser un tercero en un mundo tan violento y tan hostil, donde se esconden las personas para hacer el amor y la violencia sucede todos los días en la vía pública.

Me gusta el otoño porque detrás de la aparente decadencia de las hojas, flores y otras plantas, en realidad existe un gran acto de amor del mundo y de la naturaleza para los hombres, abriendo paso a nuevos miembros de la flora que intentarán una vez más despertar al ser humano y hacerle ver que amar es verdaderamente fácil, tan fácil como es para el árbol dejar que la ardilla duerma en sus troncos, en fin.  Me gusta el otoño por los mensajes de amor que trae.

Quizá la navidad sea blanca por la esperanza en un plano más profundo que por la nieve, quizá la nieve sea algo secundario o en realidad es la esperanza. En mi ciudad nunca hay blanca navidad, ¿Será porque no hay esperanza? O ¿Es más la desesperación y declive que la esperanza?, sigo respondiendo a esa pregunta que no, todos los días que no. Los creyentes somos mayoría pero guardamos la esperanza en nuestros corazones como semilla, las semillas se esconden bajo tierra durante el frío invierno para que florezca en la primavera con nuevas emociones, por ello cambiamos una blanca navidad por una primavera resplandeciente y hermosa, es algo sublime como las cuatro estaciones se influyen y afectan las unas a las otras y todo conectan en un círculo perfecto, de enseñanzas, de amor, de vida y de muerte. Al igual que las semillas, la esperanza también se cultiva y cuando florece, se va hasta que muere quien la porta, no necesariamente abandonando el mundo que habitamos sino dejando de creer, al igual que las hadas, ¿Será la esperanza el polvo de hadas? Un hombre con esperanza es capaz de volar.

Me gusta el invierno porque el frío hace que pueda tocar tu cuerpo, al menos en mi mente con caricias y abrazos, sintiendo que nos fundimos en un abrazo para darnos el calor que las sábanas y el chocolate caliente no nos pueden dar, aunque siempre he preferido el té, pero me agrada ese cliché del chocolate caliente en invierno.

A pesar de lo que me gusta y no me gusta de las estaciones del año, déjame decirte que mi estación favorita eres tú. Porque en ti encuentro las cuatro, sabes dar vida a lo que ha muerto en mi y sabes respirar libertad y amor, sabes hacer que florezca cualquier cosa en mi como la primavera.

Calientas mi sangre, mi cuerpo y mi corazón como la misma intensidad de los rayos del sol en pleno verano, haces que 45 grados Celsius parezca la temperatura habitual en el ártico, me gustas como el verano porque haces que la pasión de mi cuerpo brote como el sudor de mis poros.

Te llevas lo muerto o matas lo que sobra en mi como el otoño, para abrir paso a lo nuevo, a lo que viene, cosas más interesantes y de mayor trascendencia así uno se olvida fácilmente de todas las veces que casi amó y con tremendo ahínco las deja caer como hojas secas, en la espera de endurecerse durante el invierno para recibir con afecto la primavera emocional.

Tú haces blanca mi navidad pues en tus ojos, en tus dientes, en tu pecho, en tu cuerpo y en tu alma veo la blancura que a mi vida le falta y que ninguna estación u efeméride puede traer. En ti veo la esperanza y es lo único que quiero sostener en mis manos.

Mi estación del año favorita eres tú, pues en ti vivo las cuatro. Vivo en ti lo que quiero, lo que no sabía que quería y ahora quiero. Vivo en ti lo que no había escrito y quiero encontrar las palabras para describir. Vivo en ti, porque aparte de todo,  en esa universalidad que abarcas eres la estación que mejor tiene el clima.




 Azuré

domingo, 12 de mayo de 2013

Silueta


Yo tenía todo el amor del mundo en las palmas de mis manos, lo di todo y ahora tengo toda la esperanza del mundo en la palma de mis manos, pues me resigno a dejarlas vacías, vacío es sinónimo de tristeza y no me gusta sostener la tristeza.

Fue una destrucción sin igual, una verdadera hecatombe de sentimientos y autoestima, colapsó y se desvaneció como si hubiera sido absorbido por un hoyo negro y las sombras, las sombras que rondaban entre la mía y quienes me rodeaban hacían un juego enfermizo simulando caricias y compañía, pero ante la ausencia de la luz se desvanecía como una falsa amistad.

Me limité a inventar situaciones donde fuimos felices. Ja, dicen que solo de niño se puede inventar amigos imaginarios, bien de adulto se puede inventar escenas donde crees que eres feliz con otra persona, pero cuando se va te das cuenta de la inmensa miseria que ha devorado tu vida.

Las siluetas que se proyectaban en sus pupilas le recordaban a la inmensa soledad que sentía aún estando en compañía. Se llevó todo, no le dejó ni su ambición ni sus ganas de convertirse en lo que alguna vez quiso ser, solo le quedaban un puñado de sueños que no sabía como tejer.

Todas tus mentiras me las creí, o más que creérmelas me convencía de ellas, me sometía a lo que decías por el profundo amor que le tuve a tu silueta, al concepto que había creado de ti, pues tú carecías de toda virtud o de amor a mi, ese sometimiento a mi imaginación fue un autodestructor de tiempo.

Tomé todo lo que me dijiste cual veneno y recorrió mis venas, me intoxicó, dicen que fue como un hechizo en el cual yo no veía como poco a poco perdía mi esencia y se fortalecía la tuya, yo lo veo más como un masoquismo voluntario como remedio a la falta de amor, ¿Qué es el sexo sino eso?.

Mi esencia la de un amante enloquecido y embrutecido, con ahínco implacable de restaurar todo, incluso el mismo mal que yo me hacía con tal de que pudiera ver en tu cara esa sonrisa, no característica pues siempre estuviste distante como queriendo estar aquí pero a la vez recorriendo el cuerpo de diversos amantes imaginarios.

Tu esencia, sinceramente no la conozco pues todo el tiempo la inventé en cosas que quería que tuvieras o que eras incapaz de tener, como queriéndote inventar un potencial, tu esencia por deducción creo que es el antónimo de todas las virtudes que inventé que tenías, de todo  el amor que creí que irradiabas y de toda la devoción y fidelidad que creía que practicabas.

No se puede hablar del final del camino pues sigo andando, pero al final de esa brecha, nunca olvidaré ese extraño sentimiento de libertad, en el cual sentí nostalgia por mi prisión.



Azuré