Breve y curioso fue el tiempo, la
vida es de percepciones y actitudes. A pesar del esfuerzo y del trabajo siempre la he visto como una sátira. Al menos en forma, porque en fondo es un
drama, somos seres sumamente emocionales algunos para sobrellevar tanta
inestabilidad acudimos al humor. Entonces mi vida tiende a ser una sátira, es
intrigante y esa característica hace que varíen los colores de mis días.
Si contara la historia de cómo te
conocí dirían todos que fue algo muy efímero e intrascendente, te tardaste en
figurar como algo importante en mi vida y no estoy seguro en qué momento te
revestiste ante mis ojos con esa importancia, pero lo hiciste, tardé en darme
cuenta, pero al menos tan pronto me percaté de ello reaccioné para
manifestártelo y con ello te convencí de que te quedaras un rato.
Es una anécdota de atrevimiento y
aprendizaje, así lo describiría, pude conocer nuevas facetas de mi a través de ti, la primera en el
sentido de la filosofía que me transmitiste, siempre he cuestionado mucho a la
vida y paso las horas tratando de comprenderla y actuar en proporción a mi
entendimiento, es algo espantoso; la segunda con respecto a la levedad, la vida
no es tan seria, siempre hay tiempo para reír, si en el día no te detuviste a
contemplar el cielo, a sentir los rayos del sol acariciar tu piel o dejar que
el viento te despeine, no despertaste realmente ese día.
Así fue como comenzaste el
encauzamiento en el río de mi cuerpo, haciendo el espacio que necesitaras en
mi, en las realidades y en las ilusiones, te fue fácil, resultaste más
inteligente de lo que pensé y sabías que yo pensaba así, lo cual te simplificó
aún más tu camino. Para mi buena fortuna, tu corazón no te deja actuar con
malicia y lo presentaste todo como una lección, no sé si premeditada o sobre la
marcha, pero me vi ingenuo y tú lo disfrutaste, debe ser algo similar a la
inocencia de los niños, esa que enternece, ese polvo que hace que los ojos les
brillen y transmitan la esperanza y den vida a los versos.
De pronto saliste, te fuiste tal
como entraste, sin hacer ruido, en silencio, dejándome en la incertidumbre de
la espera, con un regreso indefinido en tiempo y fecha, con la única seguridad
de que volverías, pero no necesariamente a mi. En el movimiento de las
manecillas se posaba mi memoria, recordando, pensando, sintiendo que volvías a
estar frente a mi, cada vez que admiraba la realidad comprendía que todo lo que
hacía el movimiento hipnótico análogo del tiempo, era un simple hipnotismo de
expectativa en la espera.
Tanto me ayudaste a conocerme que
me faltó un poco más aprender de ti, me dejaste con lo básico, lo necesario
para sobrellevar una relación, pero yo quería lo que resguardabas detrás del
muro, nunca me había sido difícil descifrar a alguien, pero el enigma de tus
ojos y el silencio de tu alma me llamaban a querer saber más. Quizá fue porque
comencé a penetrar la barrera, dejando atrás la zona de confort, o fue el hecho
de que comenzaste a sentirte segura después de años de inseguridad e
independencia, lo que ocasionó que te marcharas.
Solo sé que en las noches de 26
de marzo, recuerdo el enigma de tus ojos y el silencio de tu alma, lo pienso,
lo estudio, lo admiro y finalmente lo comprendo, tú no querías estar aquí.
Azuré
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