miércoles, 17 de julio de 2013

Transfusión de Sangre

Quizá fue derivado de la transfusión de sangre que sufrió su cuerpo, el cambio de aires o el sonido resonante del mar, ahora era otra sangre la que corría por sus venas, ya no era la mía, o aún peor ya no era la suya la que yo hacía hervir, la que corría más rápido por su cuerpo cuando le hablaba o la que hacía que sus ojos le brillarán más bonito cuando la buscaba.

Realmente no lo sé, ni lo sabré, el coraje y la valentía han muerto, son virtudes obsoletas e inaplicables en este mundo tristemente moderno, se extinguieron cuando las personas dejamos de practicar la honestidad, que falta nos hace. La mentira siempre nos hizo creer que ya no necesitaríamos de la verdad, pero ah que equivocados estuvimos en creerle.

Igual y a su interés se le durmieron los pies, y alguien más se robó los ojos que intenté guardar en mi bolsillo, no para cautivarlos y cegarles, sino para llevarlos a un panorama mejor, más bonito, con atardeceres más rojos y más coloridos y con amaneceres más claros y radiantes.

De sus labios no salió una simple palabra que pudiera hacerme pensar distinto, pero fue su indiferencia la que marcó la senda hacia el final. No fue escabrosa, ni estruendosa, mucho menos llamativa, fue un escape furtivo, una muerte sigilosa, una mañana repentinamente despertó y a alguien más le pertenecía el cariño.


No es algo lindo de ver como pasa, mucho menos vivirlo, el sentir como poco a poco el afecto se va desvaneciendo, yéndose con el viento viajando lejos, revolcándose con todas las hojas que yacen muertas en el suelo frío de otoño. Yo lo sabré, yo que hace unos meses corté de su tallo la flor de 30 rosas rojas, no le tuve el mínimo respeto a la memoria del ruiseñor que dio su vida por ellas, pues así como a él le perforaron su corazón con espinas, a mi me lo pisotearon en la esquina de la incertidumbre.

Azuré

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