Que no me dejen de mirar tus
ojos, porque de ellos obtengo el lenguaje de tu alma
Que con ello la leo, la entiendo
y encuentro más motivos para querer acercarme a ti.
Que mientras más me acerco a ti,
más siento que me alejo, porque solo se evidencia la falta que hace a mi cuerpo
escuchar tu voz.
Que aunque a veces pareciera que
te alejas o me alejo, es cuando más me acerco, pues el cuerpo con limitantes
permanece cautivo pero nada impide que mi alma te visite en las noches,
abandonando el costal de carne y huesos que a veces no puede cooperar.
Que no me dejen de pronunciar tu
labios, que cuando dicen mi nombre dan vida a mi sombra.
Que la proyección de mi sombra se
ve mejor junto a la tuya, bajo esa lógica tú te verías mejor a lado mío.
Que a lado mío, quedarías sometida, a mis brazos, a mis besos y a
mi respiración.
Lamentablemente no hay
suficientes flores en el mundo, o aparecería en el listado anterior, lo que
nunca faltarán y sobran son los versos, solo falta la manera de decirlos, de
escribirlos y de leerlos, pero mientras el contexto seas tú, sobrarán versos
pronunciados, de la boca de este poeta.
Que no dejen tus manos de sujetar
a las mías o de pronunciar sutiles caricias a mi rostro.
Que el tacto transmite incluso
más que la mirada, que con tomar tu mano comunicamos un idioma aún más sencillo
que el del alma, pues no hay interpretaciones en los juegos de manos, no hay
lenguaje críptico ni son cambiantes, una mano siempre transmitirá con facilidad
y con simpleza, con la manera en la que sostiene o con las caricias, lo que el
corazón desborda a gritos por dentro.
Que no dejen las hadas que nadie
se robe tu sueño, que aunque yo lo intento noche tras noche con la intensión
benévola de pasar unas horas en ellos, que no dejen que te los robe, pues me
parece admirable la manera en la que los resguardan, hace que lo vea como un
tabú y solo se incrementen mis ganas de poder pasar unas horas al menos en
ellos. Claro que si me permitieran acceder a ellos, difícilmente me sacarían, sería una permanencia de todas las
noches, en tu cabeza, sería lo justo, pues tú pasas las veinticuatro horas
en mi cabeza.
Que no dejen las estrellas de
opacarse con tu luz, que en las noches contigo no se aprecian las estrellas y
equívocamente se llega a creer que no salen, es un contraste abismal de luces y
las opacas y se intimidan y pareciera que dejan de brillar, pero en realidad no
dejan de brillar, simplemente saben que no pueden competir contra ti, la luna
al menos lo tomó de una manera más madura y sale cuando tú te acuestas a
dormir, nadie odia perder más que la luna.
Que no deje tu alma, nunca, de
volar junto a la mía, que es lo que le da su esencia y lo que le llena de vida.
Azuré
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