Mi veneno favorito son las
palabras, no es cierto que se las lleva el viento, las palabras crean
ilusiones, pensamientos, sueños, anhelos y esperanzas. Son el material con el
cual creamos castillos en el aire, se sostienen con los ideales que otorgamos a
la persona que nos enamora, nos hacen crédulos y confiados, bajamos la guardia
esperando la estocada definitiva del perverso que juega con las palabras.
Yo no sé que es de tus ojos, a
dónde miran o sobre quien posan la vista, no puedo escuchar el nombre que ahora
pronuncia tu voz, pero no es el mío, porque la calidez que impulsaba a mi
corazón se ha ido enfriándose constantemente, tus manos dejaron de buscar a las
mías a pesar de que las quise persuadir con caricias para que no las soltaran, y tu cabello, ya no
encanta con su baile enigmático a mis ojos.
En mi mente tus labios están
pegados a los míos y no hay fuerza humana que los pueda separar,
lamentablemente, me dejé envenenar con las palabras, olvidando que solo son
congruentes y reales cuando van conectadas con acciones, cuando se
materializan, dejé que siguieras inflando los conceptos que tenía de ti con tu
sonrisa y con tus ojos, al escuchar tu voz mi sistema de defensa ordenaba
inmediatamente bajar las armas y abrir las puertas del palacio, así entraste tú
y cuando empezaste a decorarlo, sin el menor aviso, te desvaneciste con el
viento y no sé donde estás.
En las noches en las que las
estrellas eligen no salir, te recuerdo, pues aunque es reciente tu partida, tu
ausencia era evidente desde antes de que te fueras. Que manera de encantar, hay
una línea muy delgada entre ser crédulo e idiota, yo no me creí ninguno de los
dos pues confié en tus palabras, pero cuando el castillo flotante cayó y pude
ver los trozos que creaban las paredes, los fragmentos del techo que estaba por
encima de las nubes, de lo inflado que estaba el castillo, fue duro, pues fue
algo que construí en mi cabeza con ideas sin sustento, sin embargo, lo más
aterrador fue ver como no había un solo cuerpo entre los pedazos del castillo,
nadie habitaba en el castillo que construimos, ni tú ni yo, era solamente una
morada para albergar sueños, deseos y amor.
Azuré
Sonríeme, encántame un poquito más,
verás como no pasó nada y dejamos el pasado atrás.
Azuré
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