jueves, 18 de julio de 2013

Las palabras

Mi veneno favorito son las palabras, no es cierto que se las lleva el viento, las palabras crean ilusiones, pensamientos, sueños, anhelos y esperanzas. Son el material con el cual creamos castillos en el aire, se sostienen con los ideales que otorgamos a la persona que nos enamora, nos hacen crédulos y confiados, bajamos la guardia esperando la estocada definitiva del perverso que juega con las palabras.

Yo no sé que es de tus ojos, a dónde miran o sobre quien posan la vista, no puedo escuchar el nombre que ahora pronuncia tu voz, pero no es el mío, porque la calidez que impulsaba a mi corazón se ha ido enfriándose constantemente, tus manos dejaron de buscar a las mías a pesar de que las quise persuadir con caricias para que no las soltaran, y tu cabello, ya no encanta con su baile enigmático a mis ojos.

En mi mente tus labios están pegados a los míos y no hay fuerza humana que los pueda separar, lamentablemente, me dejé envenenar con las palabras, olvidando que solo son congruentes y reales cuando van conectadas con acciones, cuando se materializan, dejé que siguieras inflando los conceptos que tenía de ti con tu sonrisa y con tus ojos, al escuchar tu voz mi sistema de defensa ordenaba inmediatamente bajar las armas y abrir las puertas del palacio, así entraste tú y cuando empezaste a decorarlo, sin el menor aviso, te desvaneciste con el viento y no sé donde estás.


En las noches en las que las estrellas eligen no salir, te recuerdo, pues aunque es reciente tu partida, tu ausencia era evidente desde antes de que te fueras. Que manera de encantar, hay una línea muy delgada entre ser crédulo e idiota, yo no me creí ninguno de los dos pues confié en tus palabras, pero cuando el castillo flotante cayó y pude ver los trozos que creaban las paredes, los fragmentos del techo que estaba por encima de las nubes, de lo inflado que estaba el castillo, fue duro, pues fue algo que construí en mi cabeza con ideas sin sustento, sin embargo, lo más aterrador fue ver como no había un solo cuerpo entre los pedazos del castillo, nadie habitaba en el castillo que construimos, ni tú ni yo, era solamente una morada para albergar sueños, deseos y amor.


Sonríeme, encántame un poquito más, verás como no pasó nada y dejamos el pasado atrás.


Azuré

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