Era de esas que
tienen una sonrisa misteriosa, no dice más de lo que quiere que se sepa, el resto se
mantiene como una incógnita, lo cual me gustaba bastante. No sé si era la
extraña simetría emocional que manifestaba su rostro cuando curveaba su boca o
la manera en la que caía su cabello sobre sus hombros, reposando pero a la vez
posicionándose de tal manera que fuera admirado por todos.
Bella, es lo que
siempre fue, no se le llamaba de otra manera, ni si quiera por su verdadero
nombre, el cual nunca supe y creo que nunca sabre, sin embargo llamándola bella
ella sabía que te referías a ella, incluso en muchedumbre podías gritar el
adjetivo y nadie voltearía en respuesta, solamente ella y al girar,
manifestaría lo que gritaba tu boca. Belleza.
Quizá era tan
latente porque ella no sabía lo que era, ni lo que tenía, al contrario conservaba
un perfil bajo, le gustaba mantener su andar furtivo y oculto entre las sombras
de las personas, es difícil andar por la vida irradiando tanta luz, pero era un
crimen que intentara privarnos a todos de verla.
Yo la observaba
cuidadosamente, a riesgo de confesar un posible acechamiento, más que eso, era
una admiración, no es para menos, siempre fue deleitante verla, cada paso que
daba y yo la veía alejarse, su cabello se balanceaba de un lado a otro, como
haciendo una seña de “sígueme”, pero mis pies no me respondían, sin importar la
fuerza que yo les aplicara, seguían instrucciones directas de mi cerebro quien
planteaba la siguiente interrogación “¿la seguimos y después que le dirás?”,
así terminaban mis intentos de hablarle, los míos y los de todo hombre o mujer
que la viera andar.
A veces ella se sentaba y se colocaba sus gafas de sol para proteger sus ojos,
sujetaba algún viejo libro de poesía y esperaba impaciente a que alguien se le
acercara a hablarle, que ironía, que ser así de bella mantenía a todo aquel que le
quisiera pretender intimidado, ella se creía fea y en las noches lloraba, pero
del otro lado de la escena, siempre estaba yo mirándola, susurrándole al viento
“bella”, a veces levantaba la mirada, como si el viento le hubiera entregado mi
mensaje.
Azuré
No hay comentarios:
Publicar un comentario