lunes, 18 de octubre de 2010

Renaciendo. Historia de un Poema.

Insoportable sollozo interior. Sólo había una cura. Acabar con él. Conmigo.
Así me lo propuse. Así que fui al mejor lugar que conozco para ello. El Valle Negro; el cual, no es llamado así porque sea negro de color, o mucho menos porque sea oscuro. De hecho, creo que es el valle desierto de árboles más verde que conozco, y en esa época, pueden verse algunas salpicaduras de violeta y rojo gracias a unos geranios nómadas que están de paso por ahí en esa época del año. Sería interesante investigar por qué alguien decidió quitarse la vida en tan hermoso lugar, dando así, ejemplo a muchos otros que siguieron sus pasos e hicieron de esta actividad en este lugar un hábito, y que después le dio nombre. Qué hombre tan raro. Pero ahí estaba también yo. En el Valle Negro. Solo. A decir verdad, no es un buen lugar para cometer el peor de los pecados. Es un lugar demasiado bonito. Al menos era bonito hasta que ví aquella figura oscura y triste. Parecía que secaba el verde valle negro con la sal de sus lágrimas. Eso sí era espantoso. Me acerqué. Creo que fue por el morbo. Era una mujer.
-Hola. Disculparás mi intrusión, pero no sé si sea incorrecto que lo haga. Es la primera vez que estoy aquí, y como tú también estás aquí, supuse que a los dos nos vendría bien un poco de compañía.
Ella ni siquiera se dignó a voltear su mirada hacía mi.
-Esta sí que tiene problemas, pensé.
No me di por vencido tan fácilmente. Volví a intentar, esta vez con mayor atrevimiento. Toqué en tos repeticiones pausadas su hombro con toda el área de la palma de mi mano y dije:
-Hola ¿puedes oírme?
-Déjame, no quiero  hablar con nadie.
-¿Por qué no?
-¿No se te ocurre?
-Bueno, los dos estamos aquí para lo mismo, pero creo que mi actitud es más adecuada.
-¿Adecuada? ¿Para qué? No te me acerques, que además no quisiera cambiar de opinión. Aunque creo que sería imposible hacerlo.
-Improbable diría yo, pero no te preocupes, no me atrevería a si quiera intentarlo. Recuerda que también yo estoy aquí. Bello lugar, ¿no te parece?
-Hace mucho que nada me parece bello.
-¿A sí? Qué gracioso. A mí todo me parece bello.
-¿Y qué haces aquí entonces?
-Bueno, verás, yo me dedico a escribir poemas. De cualquier cosa que se me ocurra, o que vea...
Interrumpió la mujer.
-No entiendo aún, ¿qué haces aquí? Déjalo para los que sí lo necesitamos.
Déjame terminar. He escrito poemas dedicados a flores, como este geranio, a ciudades, libros, autos, incluso a inodoros (te sorprenderías), pero nunca a una mujer. ¿Sabes por qué? Porque jamás me ha amado ninguna y las respeto tanto que no me atrevería a enamorar a alguna con uno de mis escritos, pero me encantaría responder a su amor con un poema. He esperado toda mi vida a que esa mujer llegue. No llegó nunca. Algo me lo dijo. Y ese algo también me murmura todo el tiempo que ya no tiene sentido mi vida.
- Es la historia más triste que he oído. No puedo imaginar que nadie lo haya amado. ¿Qué me dice de su madre?
-Quisiera poder decirle algo. Nunca tuve el gusto. Sólo conocí a mi padre. Durante 10 años. Luego, mi vida ha sido soledad. Me refugié en la belleza de las cosas. Y hablando de belleza, ¿por qué a usted nada le parece bello?
-¿Enserio me va a hacer hablar de esto?
-Sería lo justo. Usted me hizo a mí hablar de mi pena. Así que ahora le toca a usted hablar del cáliz que carga.
-Tiene razón. Sería muy injusto de mi parte, y no quiero ser como la vida. Injusta. Bien, comenzaré por contarle como empezó todo. Era yo una jovencita que se sentía atraída por un hombre. Ya sabe, guapo, fuerte y formal. Además era muy inteligente. Un día, me dio una carta. La abrí, y era un poema. ¡Como usted! Bueno, ese poema no hablaba de mí, sino de sus inexplicables sentimientos, pero como me dio el escrito a mí, me fue fácil relacionar lo que me quería con eso y me cautivó. Me casé con él. Somos un matrimonio desde hace 10 años y 6 dolorosos meses. Sólo el primer año fue amoroso conmigo. Luego se fue apagando todo. No me decía que me quería, no se alegraba por lo que yo le daba, y nunca más me hizo un poema tan bonito como aquél. Imagine, he vivido ¡9 años y 6 meses sola! Porque así me he sentido. Sola. Vivía con él, pero él no notaba mi presencia. Como si fuera yo un fantasma, frío y apestando a ectoplasma. Todos los días desde hace 2 años, he llorado 3 horas en la mañana y 2 horas en la noche. Era una rutina del dolor.
-Perdone mi interrupción brutal e innecesaria, pero ¿nunca habló con él?
-Todas las noches desde hace 2 años antes de llorar mis 2 horas.
-Ya veo. Por favor, continúe.
-Es que ya no puedo soportarlo. Dígame. ¿Qué haría usted?
-Creo que la pregunta es necia. ¿Le suena el nombre Valle Negro?
-Claro...
Escapó de su boca húmeda un pequeño movimiento que yo interpreté como una sonrisa fatal. Sin remedio. Una sonrisa sin fundamento.
-Bueno. Creo que no tenemos más remedio que seguir con la fácil faena que hemos venido aquí a concretar ¿no le parece?
-Sí. ¿Qué método utilizará usted?
-Pastillas de cianuro, pero...
En ese momento el sol se posicionó justo detrás de su cabeza. Como si estuviera viendo yo, un eclipse lunar. Hermoso. Y el rumor del viento hacía que su castaño y largo pelo flotara horizontalmente.
-¿Me permitiría escribir algo antes de proceder? Sólo necesito que se quede quieta.
-¿Por qué no? Adelante.
Pasó un momento y terminé.
-¿Quisiera oírlo?
-Claro.
Misteriosa dama, hermosa mujer
Cual bella rosa antes de perecer
Engalanas la prosa.... y no sé qué hacer
Me es difícil pensar, ante semejante mujer.

Triste figura, ¿qué haces aquí?
Que no te das cuenta que a mi corazón
Lo has vuelto hacer latir
Adrenalina drena mi razón y tu silueta mi pasión.

Tus labios gruesos y carnosos
Y tu mirada triste y maltratada
Permíteme evitarte momentos penosos
Y regálame antes de partir, tu última mirada.

Ironía, belleza en vida, que no hay momento
Que no compartas, tu amarga compañía
Ya no hay dolor, olvida tu sentimiento
Que estos últimos instantes te espera una sombría
Partida y un gran resentimiento.

Sostengo tu mano y guardo silencio
Por que nunca es mal momento
Quizás aún pueda resolver el misterio
De por qué encendiste en mi, incomparable incendio.

Dulce mujer, bella flor, alma vagante
Os obsequio esta poesía, para alegrarte
Te entrego esta mortal pastilla, para ausentarte
Y os deseo una rápida partida, para no extrañarte.



Se apaga el sol, el cielo se obscureció
Este poeta se despide, quizás de su único amor
Al menos ahora se, que mi corazón no desvaneció
Y que en el valle negro "la flaca", no será mi captor.

Adiós misteriosa dama, adiós bella mujer
Lo mejor será que el nombre, no os demos a conocer
Serás siempre la rosa más roja en mi corazón
Mi musa y mi inspiración.
-Perdón, pero tengo que decírselo. Usted me ha regalado muchos años más de vitalidad. La dejaré sola en este lugar. Pero, ¿puedo ofrecerle una pastilla?
-Sí, gracias. Pero, no entiendo. ¿Por qué dice eso? ¿Por qué se va?
-Querida, si me permite llamarla así, yo he vivido de la belleza de cosas intrascendentes e insignificantes. Usted es lo más bello que he conocido, se ha convertido en, digamos, una gasolina rendidora para el motor de mi felicidad.
-Me alegra. Por primera vez en mucho tiempo algo lo hace.
-La dejo. Chao. Le deseo suerte

Azuré
&
Chicalote

1 comentario:

  1. Jaja veo que ya le tienes un nombre.
    Bueno, mismo escrito, distintos nombres. There are all true.

    Buen poema.

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